Por Manuel Tejo, de Agencia DIB
De plumaje rosado, pico grande encorvado y ojos amarillos, el flamenco austral (Phoenicopterus chilensis) es un ave de amplia distribución en Sudamérica que tiene en la provincia de Buenos Aires uno de sus lugares predilectos de reproducción y nidificación: la laguna Epecuén y sus alrededores.
El espejo de Epecuén se ubica a los pies de la localidad de Carhué (cabecera del distrito de Adolfo Alsina), en el oeste bonaerense. Conocido popularmente por la creciente de mediados de los 80 destruyó la villa homónima (para dar origen a las turísticas ruinas), sus aguas hipermineralizadas tienen propiedades curativas para las personas y también son un espacio especial para la conservación de diversas aves.
“En el lecho de la laguna vive un organismo que se llama artemia salina, un crustáceo muy rico en nutrientes, proteínas y también en betacaroteno. Ese caroteno es lo que le da la pigmentación al flamenco. Si no tiene la pigmentación adecuada, si no es un flamenco que está bien rosado, bien colorido, no se reproduce”, le contó a DIB Viviana Castro, guardaparques de la Reserva Natural, Histórica y Cultural Laguna Epecuén.
Castro nació en la Vila Epecuén y observa a los flamencos desde que era muy chica, cuando su padre la llevaba a recorrer la costa de la laguna. En 1985, el año de la gran crecida que sumergió al pueblo, tenía 20 años. Luego de la inundación, cuenta que le perdió el rumbo a las colonias de esta especie de ave hasta que en 2009 junto a su esposo volvieron a encontrar las nidificaciones.
En los años siguientes se realizaron en el distrito diversas acciones para preservar al flamenco austral: se lo declaró como especie protegida a nivel municipal, se estableció un Área Importante de Conservación de Aves (AICA) y se creó la reserva natural.
“La nuestra es la segunda colonia de nidificación del flamenco austral en cuanto a la cantidad. La primera está en Mar Chiquita (en el Parque Nacional Miramar de Ansenuza), Córdoba”, explicó la guardaparque. Y detalló: “Desde el 2009, la población en Epecuén va en aumento. En esta época tiene estimativamente unos 30 mil individuos o más”.
Por otro lado, Castro señaló que hay “registros de que los flamencos están en esta laguna desde al menos 1890”, aunque “no se sabe a ciencia cierta si en ese momento ya estaban nidificando”. Y agregó sobre la situación actual: “Si bien es una especie migratoria, aquí está la colonia permanente durante todo el año”.
Aves de paso
La laguna de Epecuén y sus alrededores son además elegidos para pasar la temporada de descanso y alimentación por diferentes especies de aves playeras que migran desde el ártico. “Caladris, tringas, chorlos doble collar, pitotoy, teros reales y maca plateado”, enumeró Castro.
Asimismo, este espejo del oeste bonaerense es un sitio de importancia para los falaropos. “Vienen desde Canadá, que nidifican allí, y llegan hasta la laguna bandadas de hasta 140 mil individuos. Son unas aves que hacen unos dibujos muy importantes en el aire”, describió la guardaparque sobre el espectáculo que dejan estos pájaros.
Desde la reserva se realizan diversas tareas de investigación, preservación y educación sobre los flamencos australes y los distintos valores naturales que tiene el distrito de Adolfo Alsina. Como recomendación a los visitantes, Castro señaló que “la gente no debe acercarse a las aves”, sino que tiene que “disfrutarlas en libertad”.
“No tenemos animales en cautiverio. Los tenemos en plena libertad y queremos que sigan estado así. La laguna Epecuén es única en su especie. Es un lugar para disfrutar, es un lugar donde las aguas curan y todo tiene que estar en ese equilibrio que la naturaleza dio”, concluyó. (DIB) MT