Por Andrés Lavaselli
A una semana de la asunción de Javier Milei como presidente, la provincia se asoma a un escenario de alta incertidumbre. Tanto Axel Kicillof como al menos nueve intendentes opositores enfrentarán un fin de año con estrecheces económicas no previstas. Pero mientras la principal fuerza oposición se arriesga a una implosión parlamentaria cuya línea de corte podría ser el centro (UCR) o la derecha (LLA-Bullrich), Kicillof se apresta a dar señales de resistencia en su núcleo duro con la definición de su gabinete y el pedido de un poder de veto parlamentario que hasta ahora no había ejercido.
La implosión de la negociación por el pedido de endeudamiento que envió Kicillof al Senado marcó un punto de inflexión. Pablo López -ministro de Economía- y Agustina Vila –Secretaria General- tenían de interlocutor a Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero. La conversación, era tensa aunque parecía viable. La señal de que no había margen para avanzar se la dio el presidente del bloque de Senadores de JxC, Alejandro Rabinovich a Verónica Magario, vicegobernadora. Es curioso: el pulgar lo bajó el PRO, pero lo tuvo que comunicar un hombre del radicalismo, fuerza que, con Maxi Abad y los intendentes como impulsores, estaba dispuesta a dar su aprobación.
Varias internas quedaron expuestas. La tensión de PRO con el radicalismo en JxC es inocultable, al punto que la partición del bloque llegó a barajarse. Todo quedó atado con alambre, a la espera de un nuevo motivo de pelea. Pero el interior incandescente de PRO también salió a la luz: Jorge Macri boicoteó el acuerdo porque no quiso que lo cierre Valenzuela, cuya figura hubiese sumado la cucarda de una negociación difícil.
Kicillof ahora no solo se queda sin fondos adicionales –los que les prometió Sergio Massa comenzaron a girarse pero nadie sabe si llegará a completar las transferencias antes del 10/12- sino también sin un conjunto de emergencias que, casi subrepticiamente, se renovaban en ese proyecto. Eran blindajes para una transición difícil: la provincia financia con recursos propios el 50% de los que gasta y ahora deberá extremar la austeridad. Dicen que llegará a sus proveedores pero no tocará a sus empleados, que tienen el medio aguinaldo garantizado.
La interna PRO no agota la trama de este fracaso. Cerca de Kicillof cuentan que llegado a cierto punto, bajó una orden tajante: “hasta acá llegamos”. Ahora “no es más como en la época de Martín” Insaurralde, “que siempre cerraba acuerdos a costa de ceder fondos”, explican. ¿Quién es el destinatario del mensaje”. Propios y extraños. Un nuevo tiempo comienza, en el cual Kicillof pulseará con más dureza. La decisión de no entregar el ministerio de Seguridad –seguirá en manos de Berni o de quién él aconseje- pese a las presiones de algunos alcaldes certifica que no solo le habla a La Cámpora.
En rigor, la definición final del Gabinete, que retrasará hasta el jueves o viernes, será crucial para medir hasta dónde se atrinchera Kicillof. Su núcleo duro sigue, igual que el “Cuervo” Larroque en Desarrollo, considerado más necesario que antes por la necesidad de contención social que podría imponer el plan Milei. Alak será consultado en Justicia, donde suena Martín Mena. De hecho, ese y Obras Públicas podrían ser los cambios más notables. Casi los únicos dependiendo de cómo termine lo de Seguridad. Máximo Kirchner tiene a su disposición lo mismo que tiene ahora, se atajan en La Plata. No quieren acusaciones posteriores sobre falta de ofrecimientos.
El gobernador ahora espera que Milei defina la X del presupuesto nacional para avanzar con el propio, aunque tiene una decisión tomada, él presentará uno propio aunque deba hacerlo sin los parámetros macro que marca la ley. La cuestión de los impuestos es crucial, porque no es lo mismo si la baja nacional es generalizada a que si no lo es. Pero hay otros ítems: subsidios, tarifas: el gobernador ni siquiera sabe si seguirá la promoción energética por zona fría. Eso sí, podría incluir en el Presupuesto la plata que estaba pidiendo en el endeudamiento caído. Mientras, mirará con lupa a Mar del Plata, Alsina, Azul, Olavarría, Arrecifes, Rosales, Puán, 9 de Julio y Pinamar, que tiene “los números más complejos para cerrar el año”.
Otra muestra de dureza es el poder de veto que exige para el nombramiento del presidente de Diputados. El cargo iba a ir al massismo (Guerrera, Eslaiman, Lizzalde era el orden decreciente de chances) pero la derrota en el ballotage lo puso en revisión. El puesto además lo piden intendentes. La oposición también se agita en la Cámara Baja: los libertarios podrían dividirse en 3 o 4 bloques (Unión Celeste y Blanco, conducido tras bambalinas por Fernando Rosas con 8; un bloque de 4 referenciado en Nahuel Sotello; otro con Castello y Moraguez, cercana a Píparo y uno para Agustín Romo, si es que Milei no lo lleva al gobierno nacional). Más ordenado en ese plano, la presidencia del Bloque de UxP sería para un camporista que vuelve: Facundo Tignanelli. En PxC la UCR impulsa a Garciarena luego de una batalla sangrienta que Abad le ganó a Manes y en PRO esperan indicaciones de Agustín Forchieri. En el Senado, la imposibilidad de resolver la interna que emergió con la cuestión de la deuda, impondría un esquema de presidencia rotativa entre Rabinovich y Gribaudo. Allí, UxP podría seguir con Teresa García o, en caso de no seguir como ministro, optar por Berni.
Pero atención: esa frágil arquitectura podría trastocarse por un pedido que Milei le está haciendo a su ministra Patricia Bullrich: armar interbloques legislativos con representantes de LLA para consumar su alejamiento de Macri y de PRO. Nacionales y en PBA. Sería un rompimiento “por derecha” de JxC, una cisura diferente a la que operaría con la UCR. Joaquín de la Torre podría ser el pivote para articular con los libertarios en ese caso. (DIB) AL