Por Andrés Lavaselli
El escándalo por los actos de violencia de género que, según denunció Fabiola Yañez, Alberto Fernández cometió contra su Exesposa, tiene un primer efecto político: vuelve a proyectar su figura, que estaba el retirada, sobre el escenario actual y, con ella, trae al presente el recuerdo de su denostado gobierno. Eso favorece a Javier Milei en la misma medida que entorpece los planes de los opositores peronistas que necesitan crear una nueva polarización contra Javier Milei, entre ellos ellos Axel Kicillof. Sin embargo, el episodio podría ayudar al Gobernador a resolver aspectos de una interna que esta semana acumuló nuevos capítulos.
“En shock”, así se definió Kicillof respecto de la denuncia y las fotos (con las que tantos medios se sumaron a las agresiones a Yañez, revictimizándola) acompañadas de los chats que se filtraron de la causa que lleva adelante Julián Ercolini, ese viejo enemigo de Fernández que por estos días afronta definiciones por haber sido uno de los jueces del escándalo de “Lago Escondido” durante su administración. La expresión del Gobernador describe algo más que su propia perplejidad: se aplica al estado del peronismo en general, fuerza cuya capacidad de respuesta se vio por momento congelada por la carencia de una conducción que unifique estrategias.
Milei comandó en ese vacío una batalla más de la cruzada cultural anti progresista con la que busca crear su propia hegemonía. Uso dos argumentos, uno de ellos antediluviano. Dijo que los agresores de género son “psicópatas”, lo que retrotrae el debate a la era pre feminista y cuestionó una herramienta surgida de la lucha de ese colectivo, el Ministerio de las Mujeres, cuya segunda titular, Ayelén Mazzina, no parece hacer estado a la altura de las circunstancias. El aparato para-estatal de comunicación controlado por la Casa Rosada amplificó después una deriva discursiva previsible: salpicar a todo el kirchnerismo con el caso.
Además de Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner es la otra referencia política importante de ese espacio que se pronunció: si el Gobernador calificó de “gravísimos” los hechos, ella consideró que “delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana”. La Expresidenta se despegó otra vez de la administración de Fernández -“no fue un buen gobierno”, dijo pese a que ella misma lo integró en un rol central. Mayra Mendoza y Eduardo “Wado” De Pedro, entre otros camporistas, equipararon la negativa del Expresidente a alinearse con su conducción cunado estaba en el cargo con haber ejercido “violencia política” contra ella.
Ese mapa de respuestas contiene algunas claves de cómo podría tramitar ese sector de la oposición el golpe. Cerca de Kicillof creen que la realidad económica, que juzgan adversa y con signos de emporar para los sectores populares, terminará por imponerse en la agenda. A la vez, sospechan del hecho de que Fernández haya sido designado por Cristina en soledad como candidato a Presidente –más allá del contexto judicial que ella detalló desde México- puede hacerle perder poder a su lapicera en el fututo. “No es que ella tenga culpa de lo pasó, pero es un método político que se agota”, dicen en La Plata, con un ojo puesto en la interna 2025.
Las diferencias internas, por otra parte, están a la orden del día. En la Legislatura ocurrieron episodios significativos. Una comisión controlada por La Cámpora hizo avanzar un proyecto elaborado por una diputada de ese espacio para subir el costo de las indemnizaciones, contra la opinión de Kicillof y el rechazo explícito de la vice Verónica Magario. Ante la eventualidad de que llegue al recinto de la Cámara Alta, Casa de Gobierno mandó emisarios a sondear a la oposición: “están, seguros, los 25 votos de ustedes para rechazar”, preguntaron, palabra más o menos. Significativo: el Gobierno recurre a la oposición para frenar un proyecto “aliado”.
Un borrador que en forma discreta envió el Gobernador a la Legislatura, con nombre para 120 designaciones en el Poder Judicial, quedó envuelto en los mismos tironeos. El Ejecutivo eligió la vía reservada para no exponer a los elegidos a un sarandeo que seguro termine con la designación de no más de 80 o 90 a lo sumo 100 de ellos. En esa disputa está activo el ministro de Justicia, Martín Mena. Julio Alak, que pasó antes por ese sillón y ahora, además de intendente de La Plata es un kicillofista acérrimo, pulsea por las designaciones en la Capital provincia. En la tercera sección se repite el esquema.
Mientras, el affaire Fernández generó el contexto para que se termine el confirmar el desembarco de Milei con un acto político en la Provincia, el 20 de agosto. Se sabe que hablará él, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el diputado José Luis Espert, que se prueba el traje de candidato a diputado nacional de un armado que Karina Milei, que estará pero no hablará, quiere para controlar. Una incógnita es si se presentará la vicepresidenta Victoria Villarruel. Y un detalle significativo es el hecho de que hay varios que quieren mover la sede de La Plata a La Matanza. ¿El motivo? Obvio: exponer la situación de Fernando Espinoza, el intendente procesado en segunda instancia en una causa por abuso, a quien por ahora ninguna tribu peronista parece querer (o saber cómo) correr de los actos oficiales. (DIB)