Por Andrés Lavaselli
Paradójicamente favorecido por las necesidades financieras de un grupo de intendentes opositores afectados por el plan Milei, Axel Kicillof obtuvo un premio de fin de año más fácilmente de lo que muchos creían. Logró que le aprueben un nivel de endeudamiento que le da una protección relativa frente al ajuste del Presidente, jugada que completó con una ley de impuestos para la que tuvo que hacer concesiones no esenciales. De yapa, dejó a PRO-UCR en estado de virtual ruptura y reafirmó su rol de contracara del Presidente.
Los alcaldes lo hicieron, podría ser una primera síntesis. Es que fueron los jefes comunales de PRO y UCR quienes forzaron a sus legisladores para que dieran un OK express a los proyectos del Gobernador. Solo tres días insumió la negociación. Hay una razón principal: como Kicillof, están sedientos de recursos. No obtuvieron poco: además de refinanciamiento de deudas propias y cancelaciones de las que mantiene la Provincia, se repartirán un fondo de $116 mil millones. Cuatro de ellos, además, fueron bendecidos con aportes especiales del tesoro bonaerense para pagar sueldos y aguinaldo.
Pero atención, no todo fueron concesiones. Los legisladores de la UCR y el PRO se pueden colgar una cucarda: los topes de suba para los impuestos patrimoniales (Inmobiliarios y Patentes) que pretendía el Ejecutivo eran del 300% y lograron bajarlos al 200%. Aunque ni siquiera eso fue fácil, lo cual se debe a que parte de esos impuestos terminan en los municipios. Para algunos alcaldes, ese 300% que se aplicaba al 10% de los bienes más altos implicaba hacerse de una masa salarial completa (el nuevo fondo de financiamiento provincial significa otra). Así se explica por qué Mauricio Macri fracasó en su intento de torpedear el acuerdo.
El recorte en las subas tiene algo de relativo, de todos modos. Como anticipó este medio en exclusiva, el proyecto de ley fiscal incluyó un mecanismo de actualización de los pagos en base a la inflación que superó indemne el trámite parlamentario y ahora es ley. Implica una posibilidad de suba del anual adicional del 100% para los Inmobiliarios y para el Automotor, que puede aplicarse a partir de la cuota dos de cada tributo.
La oposición puede argumentar que sin el tope que impuso, el aumento podría haber llegado al 400% en el caso del 10% de los autos y las casas más caras. Y es cierto. Tanto como que para los inmobiliarios (rural y urbano) habrá una sexta cuota, también para las partidas más caras, que hasta ahora no existía. En Ingresos Brutos, el Gobernador, además, agregó una sobretasa portuaria a los exportadores e importadores. El endeudamiento con el que busca protección frente al torniquete nacional que le aplica Milei vía corte de las partidas no automáticas equivale a 2.900 millones de dólares. Es más de quince veces superior al de 2023.
Chispazos
El nivel de concesiones y la celeridad con que Kicillof logró su objetivo fue tal que un poco más de lentitud quizá lo hubiese favorecido. ¿Por qué? Cuentan que cuando, vía la senadora Teresa García, comunicó que aceptaba la rebaja al 200% del tope impositivo, legisladores opositores manejaban un informe de un exministro de Economía que decía que el 300% de Gobernador se quedaba corto. “Él calcula más de 350% de inflación para 2024”, contaron a DIB fuentes que participaron del debate. Si esperaba un poco más, tal vez el Kicillfo se queda con todo.
Son anécdotas; en términos políticos lo más significativo son las peleas que asomaron. Una enfrentó a los intendentes de distritos más grandes con los más chicos, tanto de PRO como de la UCR. Ganaron los chicos, porque el nuevo fondo de asistencia se repartirá vía CUD, el coeficiente que se usa para la coparticipación, lo que los beneficia.
Pero la grieta más significativa fue la que se ensanchó entre PRO y la UCR: vienen de dividir los bloques parlamentarios y ahora se asoman a un divorcio total. Hay otro dato que no puede obviarse: el apoyo de tres senadores y 9 diputados libertarios a las leyes, un respaldo que ellos niegan pero está bastante claro que existió pese al perimido mecanismo de voto a mano alzada que se usó para esconder tales vergüenzas. Es consecuencia del método de reclutamiento de Milei, poco atento a quién sumaba en las provincias cuando el único objetivo era la presidencia. Convenientemente, omitió ese respaldo cuando criticó a PRO, UCR y CC por dar el sí.
En este escenario, en el Ejecutivo hacen cuentas. Sumando a radicales, CC y esos extraños libertarios, dicen que ya tiene dos tercios en el Senado y podrían lograrlo en Diputados si atraen a los radicales díscolos que lidera Claudio Frangul. Eso empujaría al aislamiento a PRO.
Los embates de Milei, contra este fondo, fueron funcionales al Gobernador: no impidieron que lograra su objetivo parlamentario y lo ayudaron a seguir calzándose el traje de líder del peronismo opositor. Claro, es apenas una batalla de una guerra que recién comienza y en la que el Presidente tiene un arsenal muy importante a su alcance. Si logra usarlo, ser el opositor más claro no será ninguna ventaja. (DIB) AL