Este jueves al mediodía, en un emotivo acto junto a las orillas del lago Nahuel Huapi, se inauguró una escultura conmemorativa en Villa La Angostura. La obra, diseñada por el destacado herrero y artesano de Chascomús, Juan Zabaleta, rinde tributo al padre jesuita Nicolás Mascardi, fundador de la misión “Nahuelhuapi” en 1670.
El evento forma parte de las actividades conmemorativas por los 350 años del martirio de Mascardi, quien se destacó por su labor misionera en la región neuquina, donde trabajó con las comunidades Poyas y Puelches. La escultura, confeccionada en acero, es una réplica de la que se encuentra en el puente del Limay y ya fue colocada este jueves en la Ruta 40, km 2015, en Puerto Manzano.
Entre los oradores del acto se destacó la participación de Jean Pierre Raemdonck, vecino influyente de Villa La Angostura y principal impulsor de la concesión de la obra. Raemdonck expresó su orgullo por ver concretado este homenaje que resalta la importancia histórica de Mascardi en la región.
Por su parte, Juan Zabaleta, en diálogo con El Cronista, se mostró emocionado por el resultado final de su trabajo. “Estoy muy contento porque es una obra que quedó perfecta y quedará para la posteridad en este sitio tan especial”, afirmó el artesano chascomunense.
Con esta pieza, no solo se honra la memoria del Padre Mascardi, sino también su legado, que perdura en la historia de la región a través de su compromiso con los pueblos originarios.
PALABRA ALUSIVAS
A principios de este año, tuve el honor de recibir un mensaje del Reverendo Padre Mascardi, expresándome su deseo de que en este lugar se erigiera una estatua similar a la que él me había mostrado en los años 1970. En aquella ocasión, cruzábamos el río Limay por un puente metálico, y fue después de ese cruce cuando descubrimos la estatua, antes de emprender el último tramo del camino hacia Bariloche.
Desde ese momento, me comprometí a colaborar con el proyecto de Mascardi, bajo la condición de contar con su apoyo incondicional para reunir a los colaboradores indispensables. Durante cada etapa del proceso, parecía un milagro cómo aparecía la persona indicada para resolver cualquier problema que surgiera.
De entre todos los que participaron, quiero destacar especialmente a Juan Zabaleta, un herrero profesional que fue clave para la realización de esta obra. Mascardi me lo presentó en el momento exacto en que era necesario, y sin su intervención, habría sido difícil completar el trabajo de manera tan perfecta.
Finalmente, agradezco profundamente a todos los colaboradores que hicieron posible esta iniciativa, en nombre del querido Padre Nicolás Mascardi.