Según analistas de mercado y estudios contables que atienden a grandes empresas, el blanqueo de capitales podría rondar los US$25.000 millones, tal vez US$30.000 millones “con toda la furia”.
Está lejos de la primera proyección que se le acercó al FMI, que hablaba de unos US$40.000 millones. Como mucho, podría aportar unos U$S 1.500 millones en recaudación, casi un billón y medio de pesos, que permitirían al menos mantener equilibrio fiscal en septiembre.
Expertos como María Castiglioni, de C&T, pronostican que buena parte del blanqueo será volcado a inversiones exentas del 10%, o sea que el impacto va a ser fundamentalmente en actividad y la recaudación de bienes personales adelantada.
En el mercado de real estate observan esto como una oportunidad muy interesante y las inmobiliarias confirman un incremento en las operaciones.
En el Gobierno de Javier Milei admiten que se estará lejos del éxito que tuvo el blanqueo de Macri, que permitió recaudar US$9.500 millones y subir en más de US$7.000 millones las reservas. Aquel blanqueo logró captar casi US$117.000 millones.
Todo a pesar de que el blanqueo actual ofrece más ventajas que el de Macri, porque se pueden regularizar hasta 100 mil dólares sin pagar impuestos y, si se regulariza dinero en efectivo y se lo deja en el sistema financiero en cuentas especiales hasta diciembre del 2025, no se paga penalidad cualquiera sea el monto.
Además, en este blanqueo tampoco se pagan multas si se invierte el dinero en bonos, obligaciones negociables, acciones y proyectos inmobiliarios, cuando en 2016 sólo había costo cero si se compraban bonos intransferibles y no negociables durante los primeros 4 años.
Quienes blanqueen hasta el 30 de septiembre próximo abonarán una alícuota del 5% sobre lo declarado, hasta el 31 de diciembre un 10%, y hasta el 31 de marzo de 2025, 15%. ¿Podrían extenderse los plazos? En el Gobierno lo niegan. (DIB)