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viernes, enero 17, 2025

El fantasma de la informalidad: cómo afecta a mi PYME

La informalidad en los negocios se basa en la creencia de que pagar impuestos nos impide ganar. Una realidad a medias que acá te cuento cómo me afecta y cómo me impide crecer.

Por Facundo Eneas Gárriz

“En Argentina, si pagás impuestos, perdés plata” fue una frase que en mi instancia inicial de emprendedor escuché mucho. Rápidamente te explicaban que el 21% de IVA más el 30% de Ganancias, sumados a varios pequeños porcentajes de impuestos provinciales y municipales, te sacaba toda la ganancia.

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Entonces… ¿Qué me quedaba por hacer?

Como buen amateur en la materia pagué ese 21%, ese 30%, ese 4%, ese 2%, ese 1% y me enojé.

No porque me impidieron ganar como me habían advertido, sino porque al final del día había trasladado todos esos costos al precio final de mi producto haciendo que se volviera el menos competitivo del mercado.

Encima cuando creí que estaba haciendo las cosas bien, una intimación me avisaba que estaba atrasado con (inserte el impuesto de su preferencia), porque no se había presentado una nueva disposición que exigía algo que no se me había informado.

Y de vuelta a ver reducida mi porción de la torta, o a aumentar los precios, algo que se volvió cotidiano como lo cuento en esta columna.

¿Era la invitación a incumplir? ¿Tenía que finalmente dar el brazo a torcer con ese dicho popular de “pagás impuestos, perdés plata”?

Un día un proveedor me dijo “te vendo sin factura y te hago un descuento”. No había muchos que vendieran lo que él me ofrecía, y si bien el descuento estaba lejos de ser el porcentaje que se ahorraría en el pago de impuestos, tuve que aceptar.

Hice la transferencia del anticipo y acto seguido llegó el reto de mi contador: ¿Cómo hacés una transferencia sin tener comprobante de compra? Yo, creyendo que sería un caso aislado, pedí que por esta vez lo dejemos pasar y ya.

Pero la oferta de productos en los locales iba creciendo y con ello la necesidad de nuevos proveedores a los que comprar.

Empecé a escuchar frases tales como: “Ya me voy a dar de alta, por ahora hagamos así”, “Te puedo hacer una factura C del monotributo de mi mujer”, “No tengo cuenta bancaria”.

Con el correr de la experiencia llegaron las Facturas M (las que AFIP te obliga a emitir cuando hay irregularidades en tus impuestos), las sociedades anónimas inhibidas, los agentes de retención que no retenían y un sinfín de situaciones que yo tenía que saber prever sino que quería ser “responsable solidario frente a la AFIP”–o sea: igual de culpable.

Me encontré negociando con mi contador para saber a quién comprarle, qué papeles pedirle y a entender si el monotributo del amigo de un primo que hacía soldadura en el sur me servía para comprar verdura en el chino que mejor precio ofrecía.

Un absurdo que me impedía elegir al mejor proveedor, sino inclinarme por el que cumpliera la mayor cantidad de leyes posibles.

Entendí que eso de “en Argentina pagar impuestos es perder plata” no era una disputa política que se dirimía tomando un café, sino una conducta de hacer negocios. Y que de esa forma quienes lo decían eran tan parte del problema como a esos políticos que por elevación criticaban.

Otra realidad

Analizando datos, que últimamente se convirtió en un hobby, descubrí que según los datos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en Argentina la recaudación tributaria como porcentaje del PIB es del 29%, mientras que los cinco países con mayor presión según la misma organización, llegan al 45%.

Más me sorprendió saber que esos países que lideran el ranking son de las economías más ricas (Dinamarca, Francia, Austria, Italia y Finlandia) y con mayores índices de desarrollo humano según la ONU.

Países en los que calculo que los empresarios no pierden plata al pagar casi el doble de impuestos y donde la gente no se queja porque vive bien.

Hay diferencias que le dan correlato a estos datos. La principal es la distribución de la carga impositiva.

En Argentina más del 50% de los impuestos se centran en la imposición sobre la venta de bienes y servicios, mientras que el promedio mundial es del 30% y en Dinamarca (el país con mayor presión fiscal del mundo) es solo del 20%.

Es decir, que en Argentina lo que es caro es vender.

Una verdad que se convirtió en el argumento por el cual se cree que pagar impuestos es perder plata.

Ni hablar de que para poder cumplir con ese 29% de recaudación los empresarios tienen que liquidar cerca de 167 impuestos, con lo que esto conlleva en menesteres administrativos.

Es así que empecé a pensar en la dicotomía de impuestos altos o en la alta evasión que impide que se recaude lo suficiente para hacer lo que se tiene que hacer con el dinero.

Sin entender cómo es que hay tantas regulaciones pero tan poco control; cómo es que esta informalidad está tan habituada y nadie se esfuerza en hacer las cosas más simples o más baratas para que todos las puedan cumplir.

Capaz no sea tan real que pagar impuestos es perder plata, pero sí es verdad que es complejo y es lo primero que tenemos que hacer, incluso antes de poder usar el dinero de la venta para abastecer nuestros depósitos. Y de ahí una falsa verdad con principio de realidad.

(*) Facundo Eneas Gárriz es redactor de SOMOS PYMES y emprendedor.

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