Según un trabajo del IERAL de la Fundación Mediterránea, la disminución en el costo de la carne vacuna impactó en el descenso de la inflación, dado que la carne representa una parte significativa de la canasta de consumo utilizada para calcular los índices de precios.
La baja en el consumo de carne – principalmente carne vacuna – se debe principalmente a la caída en el poder adquisitivo de los trabajadores y a la disminución de la actividad económica, que ha llevado a un ajuste en el gasto en alimentos. En este contexto, la caída en el consumo de carne vacuna alcanzó niveles bajos históricos y refleja la dura realidad económica que enfrentan los hogares argentinos de clase media y estratos más vulnerables.
Los factores que podrían llevar a revertir esta situación están vinculados a un aumento en los salarios, a la producción ganadera y a los impuestos para consumo interno y exportaciones. Un equilibrio en estos ejes podría generar un aumento el consumo y mantener un precio accesible, así como políticas de promoción productiva. (DIB)