Subsidios millonarios, exilio fiscal y tensiones políticas: el modelo económico de Galperin y la disputa por el rol del Estado
Marcos Galperin, empresario estrella del ecosistema tecnológico argentino y fundador de Mercado Libre, se ha convertido en una figura clave para entender el modelo económico que hoy promueve la derecha en Argentina: Estado chico para todos, salvo para los grandes.
Mercado Libre, el gigante regional del comercio electrónico y las fintech, ha sido uno de los principales beneficiarios de la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento. Bajo este régimen, la empresa accedió a beneficios fiscales millonarios: reducción del impuesto a las ganancias, créditos fiscales para pagar otros tributos, y estabilidad fiscal por una década. Solo en 2023, la empresa se ahorró más de 110 millones de dólares en impuestos, según datos publicados por Página/12.
El problema no es la ley en sí, sino su aplicación en un contexto de ajuste fiscal y concentración de recursos. En medio de un país con cifras alarmantes de pobreza e inflación, que recorta presupuesto en salud, educación y programas sociales, la pregunta es inevitable: ¿tiene sentido subsidiar a una empresa valuada en más de 80 mil millones de dólares?
Galperin responde con un discurso clásico del libre mercado: asegura que los incentivos permiten crear empleo, atraer inversiones y fomentar la innovación. Sostiene que la Ley debería extenderse al resto de la economía y que su caso prueba cómo achicar el Estado genera crecimiento. Pero hay un dato que molesta: mientras exige menos impuestos, Galperin no tributa en Argentina. Cambió su residencia fiscal a Uruguay, país con menor carga impositiva y beneficios especiales para grandes patrimonios. Según un informe reciente del Banco Mundial, esta práctica es una de las principales estrategias utilizadas por los ultra-ricos para evitar tributar en sus países de origen.
La respuesta política no se hizo esperar. El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, uno de los nuevos referentes nacionales de la UCR y ganador en las últimas elecciones provinciales, se plantó frente a Galperin. Luego de que Mercado Libre cuestionara el impuesto a los Ingresos Brutos en varias provincias, y propusiera “diferenciar” a las que cobran menos, el mandatario fue categórico: “Si las fintech prestan plata como los bancos, deben tributar como los bancos. No hay privilegios para la especulación”.
El modelo de negocios de Mercado Libre no solo incluye comercio electrónico, sino también una creciente actividad financiera a través de su plataforma Mercado Pago, que otorga préstamos y cobra intereses. Pullaro elevó el impuesto a los servicios financieros del 5% al 9%, alegando que se trata de una actividad no productiva, sino financiera: “En Santa Fe no premiamos la especulación”.
La tensión entre Galperin y Pullaro es más que un cruce aislado. Es una muestra de los debates de fondo que atraviesan a la Argentina: ¿Qué rol debe tener el Estado? ¿Quién paga los costos del ajuste? ¿Por qué una empresa multimillonaria recibe subsidios mientras se ajusta a los sectores más vulnerables? ¿Y por qué quienes se benefician del Estado argentino eligen tributar en el extranjero?
En tiempos donde se impulsa una narrativa que responsabiliza al Estado de todos los males y promueve su achicamiento, casos como el de Galperin reflejan la paradoja de un capitalismo que exige ayuda estatal, pero escapa cuando le toca contribuir.
El debate no es menor. Mientras la derecha económica aplaude la eficiencia de Mercado Libre y promueve su modelo como ideal a seguir, voces como la de Pullaro alertan sobre el riesgo de desfinanciar al Estado y fomentar una competencia desleal donde los gigantes se llevan los beneficios y el resto paga la cuenta.
En definitiva, lo que está en discusión no es solo un régimen fiscal, sino el modelo de país: uno donde las reglas se ajusten a los poderosos o uno donde la equidad tributaria sea la base de un desarrollo sostenible y justo.

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