Con la llegada del calor, las escuelas de Chascomús enfrentan nuevamente un desafío que parece eternamente postergado: la insuficiencia de ventiladores. En muchas aulas, los dispositivos son inexistentes, y en otras, simplemente están rotos. Este es un problema que resurge cada año, evidenciando la falta de acción y responsabilidad de quienes deben velar por el bienestar de nuestros estudiantes.
La realidad es preocupante: los alumnos no pueden concentrarse ni estudiar adecuadamente en condiciones de calor extremo y sin una ventilación adecuada. Pero, ¿quiénes son los verdaderos responsables de esta situación? ¿Es el Consejo Escolar? ¿Son los consejeros que no realizan los relevamientos necesarios para exigir soluciones efectivas? ¿O son los directores que, al ver pasar los días, esperan que el problema se resuelva por sí mismo?
Los responsables de la educación parecen estar ausentes en el momento en que más se les necesita. La falta de previsión deja al descubierto una triste verdad: hay empleados públicos que no cumplen con sus funciones. En el ámbito educativo, la cultura de la impunidad ha hecho que muchos sientan que no hay responsables por las fallas que afectan directamente a los estudiantes. Mientras tanto, los niños y jóvenes sufren el calor, y en algunos casos, llegan a descompensarse, aunque estas situaciones a menudo no son reportadas por las instituciones para evitar asumir responsabilidades.
La exposición a temperaturas extremas en las aulas no es solo una incomodidad; tiene efectos directos en el rendimiento escolar. Los estudios han demostrado que el calor puede ralentizar los tiempos de reacción, disminuir la capacidad de concentración y afectar la función cognitiva en general. Ya hemos visto casos en los que los alumnos faltan a clases debido a las inaguantables condiciones en sus entornos de aprendizaje.
Para mitigar esta situación, es necesario implementar acciones concretas. Algunas medidas que podrían adoptarse incluyen el envío de agua a las escuelas, la reparación y el acondicionamiento de los espacios, y permitir que los docentes hagan denuncias formales sobre las altas temperaturas ante las supervisiones pertinentes. También se debe concientizar a los padres sobre cómo proteger a sus hijos del calor: llevar agua, usar ropa ligera, aplicar bloqueador solar y vestir sombreros son medidas básicas que pueden marcar la diferencia.
Frente a este panorama alarmante, es fundamental que los consejeros escolares realicen un relevamiento exhaustivo de cada institución. Solo así se podrá abordar el problema de la falta de ventilación y la insuficiencia de ventiladores con la seriedad que merece. Es hora de dejar de tropezar con la misma piedra cada año y develar quién es realmente responsable del sufrimiento que enfrentan nuestros estudiantes. La educación y el bienestar de las futuras generaciones deben ser prioridades, no meras promesas olvidadas con el cambio de estación.