Inversiones, dólares y soberanía: el nuevo juego de poder entre Estados Unidos y Argentina por las tierras raras
La reciente atención del gobierno de Donald Trump hacia la Argentina de Javier Milei despierta interrogantes sobre los verdaderos intereses estratégicos de Washington en la región. Detrás de los gestos diplomáticos y los posibles acuerdos financieros —como el eventual apoyo vía swaps para contener el precio del dólar y estabilizar reservas—, se perfila un componente mucho más profundo: la competencia global por el control de los minerales críticos, especialmente las tierras raras.
China domina con holgura el mercado mundial de tierras raras, un grupo de 17 metales esenciales para la producción de tecnologías avanzadas, energías renovables y equipamiento militar.
En 2023 produjo alrededor de 240 000 toneladas métricas, y en 2024 su producción se habría elevado a 270 000 toneladas, de un total mundial estimado en 390 000.
El gigante asiático concentra además 44 millones de toneladas métricas en reservas, y desde hace décadas controla buena parte del procesamiento global de estos elementos, consolidando una posición de liderazgo difícil de igualar.
El predominio chino preocupa a Estados Unidos y a otras potencias que buscan reducir su dependencia en un contexto de crecientes tensiones comerciales y rivalidad tecnológica.
Argentina, un jugador con potencial estratégico
En este escenario, Argentina aparece como un socio atractivo. Según datos del Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar), el país cuenta con más de 190 000 toneladas identificadas y un potencial de 3,3 millones de toneladas por explorar.
Los principales yacimientos se distribuyen en Jujuy, Salta, San Luis y Santiago del Estero, aunque también se registran manifestaciones en el Valle Fértil (San Juan), los aluviones de Córdoba y San Luis, y en arcillas de Barker (Buenos Aires).
Estos recursos colocan a la Argentina en una posición clave dentro del mapa global de los minerales críticos, justo cuando la demanda de tierras raras crece al ritmo de la transición energética y la expansión tecnológica mundial.
Acuerdos y estrategia norteamericana
En agosto de 2024, Estados Unidos y Argentina firmaron un acuerdo de cooperación en minerales críticos para fortalecer las cadenas de suministro y reducir la dependencia de China.
Washington busca garantizar acceso a fuentes alternativas de estos minerales, considerados esenciales para la fabricación de motores eléctricos, turbinas eólicas, celulares, computadoras y equipamiento militar.
El interés económico y estratégico estadounidense se combina con una agenda financiera más inmediata. La administración Trump explora mecanismos de apoyo económico —como los swaps— que podrían contribuir a estabilizar el mercado cambiario argentino, en una apuesta por sostener a un gobierno ideológicamente afín y estratégico en el Cono Sur.
El principal obstáculo para la explotación argentina de tierras raras sigue siendo la viabilidad económica. Los procesos de extracción y refinamiento son complejos, costosos y ambientalmente sensibles, y aún no existen proyectos en etapa de factibilidad minera a gran escala.
No obstante, el potencial del país es considerable, y el interés estadounidense podría acelerar la llegada de inversiones, transferencia tecnológica y acuerdos bilaterales orientados a transformar la riqueza geológica en desarrollo industrial.
Un tablero en movimiento
En un mundo cada vez más definido por la competencia tecnológica y la seguridad de los recursos, las tierras raras se han convertido en un punto de tensión geopolítica.
Para Estados Unidos, Argentina representa una oportunidad doble: un aliado político en Sudamérica y un proveedor potencial de minerales críticos que pueden reducir la influencia de China.
Para Milei, en tanto, el interés norteamericano abre un delicado equilibrio entre la atracción de inversiones y la preservación de la soberanía sobre recursos estratégicos que podrían definir el futuro energético y tecnológico del país.

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