Fin de una alianza y comienzo de la incertidumbre: 300 trabajadores de Santa Isabel reciben ofertas de retiro voluntario
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La planta de Santa Isabel, en Córdoba, fue escenario de un nuevo golpe a la industria automotriz nacional. La semana pasada, Renault Argentina y Nissan concretaron el final de un acuerdo de producción conjunta que duró una década y que tuvo a la camioneta Nissan Frontier como su principal emblema.
El proyecto, que comenzó en 2015 bajo una alianza entre la automotriz francesa y la japonesa, llegó a su fin en este 2025, dejando en el aire la situación de unos 700 trabajadores que hasta ahora formaban parte de la línea de montaje del modelo.
Nissan ya había anticipado el cierre a fines de 2024, y en marzo de este año formalizó la decisión de cesar definitivamente la producción local para concentrarla en México, desde donde volverá a importar las pick ups para la región. En un comunicado, la empresa justificó la medida como parte de su “plan de transformación” y aseguró que continuará garantizando “la mejor calidad de servicio” a través de su red oficial.
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Sin embargo, detrás de las declaraciones institucionales, el impacto laboral es severo. Según fuentes gremiales, unos 400 trabajadores quedaron suspendidos hasta el inicio de la producción del nuevo modelo Niagara, prevista para fines de 2026, mientras que a otros 300 se les ofreció el retiro voluntario, en una maniobra que busca reducir la plantilla sin asumir despidos directos.
La decisión expone nuevamente la fragilidad del entramado industrial argentino, donde los acuerdos internacionales se celebran con grandes expectativas, pero suelen terminar dejando costos sociales elevados cuando las estrategias corporativas cambian de rumbo.
Mientras la planta de Santa Isabel —símbolo de la producción automotriz nacional desde hace más de seis décadas— intenta adaptarse a un nuevo ciclo, los trabajadores afrontan un futuro incierto, entre suspensiones, retiros y promesas de reactivación que llegarían recién dentro de más de un año.
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