El monasterio de Gándara, un símbolo de la historia local y un emblema de la arquitectura argentina, comienza a recibir atención renovada, con un objetivo claro: frenar su deterioro y prevenir el vandalismo que ha afectado a este invaluable patrimonio. Gracias al apoyo del Estado municipal y un esfuerzo conjunto con diversas instituciones, se ha logrado avanzar en la preservación del lugar, aunque aún queda mucho trabajo por hacer.
En diálogo con la mañana de FM Por Siempre 97.3, el Obispo Juan Liebana destacó las acciones que se están llevando a cabo para revitalizar el monasterio, entre ellas, la creación de un archivo histórico que recupere documentos y fotografías de la época. Este esfuerzo tiene como fin no solo preservar la memoria de este espacio sagrado, sino también garantizar su continuidad como parte fundamental de la identidad cultural y religiosa de la región.
UN ESPACIO CON PROYECCIÓN SOCIAL
La Capilla Nuestra Señora del Rosario, erigida en 1938 por el nieto de Leonardo Gándara, Francisco Monasterio, se mantiene erguida como testigo de una época dorada, cuando el monasterio y su entorno eran centros de vida comunitaria. Hoy, este histórico edificio está siendo pensado para cumplir nuevas funciones que vinculan el pasado con el futuro. Uno de los proyectos más destacados es la transformación del monasterio en un centro de rehabilitación de adicciones, un espacio que brindaría apoyo a quienes atraviesan momentos de vulnerabilidad.
UN LEGADO ARQUITECTÓNICO ÚNICO
Además de su carga histórica, el monasterio es reconocido por su impresionante arquitectura. El diseño de la capilla y el colegio anexo fue obra de los Padres Agustinos Recoletos, y la influencia del arquitecto Alejandro Bustillo le otorga un sello de distinción. Bustillo, célebre por su participación en el diseño del Hotel Provincial de Mar del Plata y el Hotel Llao Llao en Bariloche, entre otras obras, dejó una huella indeleble en este rincón de Gándara. Su estilo, considerado una de las expresiones más refinadas del “clásico nacional” argentino, elevó este espacio a una categoría de referencia tanto en términos estéticos como culturales.
Este legado arquitectónico, unido a la misión social del nuevo centro de rehabilitación, convierte al monasterio de Gándara en un símbolo de renovación y esperanza para la comunidad, que ve en este proyecto una oportunidad para devolverle al lugar su antiguo esplendor, al mismo tiempo que contribuye a la transformación social de la región.
El camino por recorrer es largo, pero con el compromiso de todos los actores involucrados, el monasterio de Gándara no solo se salvará del olvido, sino que se convertirá en un espacio de salud, reflexión y encuentro para las generaciones futuras.