Banco Nación Sucursal Ayacucho
La motosierra de Javier Milei comenzó a dejar huellas visibles en el Banco de la Nación Argentina, la mayor entidad financiera pública del país. En el marco del ajuste estructural impulsado por el Gobierno Nacional para reducir el gasto público, sucursales en varias localidades están viendo mermado su personal, e incluso se avanza con cierres definitivos.
Uno de los casos que genera preocupación es el de la sucursal del Banco Nación en Ayacucho, donde, según denunció el secretario general de la Asociación Bancaria de Tandil y la región, Juan Manuel Carri, en menos de un año se perdieron seis puestos de trabajo entre jubilaciones y retiros voluntarios sin reposición alguna. A esta situación se suma una nueva jubilación prevista para julio, lo que acentuaría la sobrecarga laboral del personal restante y afectaría la calidad del servicio a los usuarios.
“Hoy no hay indicios de cierre inminente, pero la situación es muy preocupante”, advirtió Carri, quien además detalló que la sede de Ayacucho es una de las más golpeadas en su jurisdicción. A pesar de que el edificio pertenece al banco, el deterioro operativo aviva temores por el futuro de la atención bancaria en la ciudad.
Mientras tanto, en otras regiones, el desmantelamiento de la banca pública ya es una realidad. En Santa Cruz, por ejemplo, el intendente de la localidad de 28 de Noviembre, Aldo Aravena, expresó su “más profundo rechazo” al cierre de la sucursal del Banco Nación, una decisión que —según denunció— se comunicó por correo electrónico. “Es un acto de abandono del Estado hacia nuestra comunidad”, sostuvo el jefe comunal. “Estas políticas no solo recortan derechos, sino que profundizan la desigualdad“.
Desde abril de este año, tras la decisión del Gobierno Nacional de transformar el Banco Nación en una Sociedad Anónima, se aceleraron cierres, despidos y recortes en la entidad, incluso antes de concretarse su eventual privatización. El argumento oficial es la necesidad de hacer más eficiente al banco y reducir el déficit fiscal, una de las obsesiones del presidente Milei. Sin embargo, los efectos sociales y económicos de estas medidas ya se sienten en distintas localidades del país.
Más allá del impacto directo en los trabajadores del sector y en los servicios prestados, la discusión de fondo apunta al rol que debe tener el Banco Nación y la banca pública en general. A diferencia de los bancos privados, cuyo fin es la rentabilidad, los bancos públicos están pensados para promover la inclusión financiera, sostener políticas de desarrollo económico local y garantizar el acceso a servicios en zonas donde la rentabilidad no es atractiva para los capitales privados.
Sin banca pública:
Lo que en Ayacucho es aún una alerta amarilla, en otros distritos ya es una señal de alarma roja. La motosierra del ajuste no solo corta gastos: también desmantela herramientas históricas del Estado para garantizar derechos y presencia institucional. El debate está abierto y las consecuencias comienzan a sentirse en todo el país.
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