La Municipalidad de Castelli dio un paso significativo en la recuperación del patrimonio histórico de la región al adquirir los terrenos de “La California”, una de las estancias más emblemáticas y enigmáticas del sur bonaerense. El anuncio lo hizo el intendente Francisco Echarren hace pocos días, con la intención de poner en valor este sitio legendario que supo ser conocido como “el manzanar más grande del mundo”.
La historia de La California comienza en 1925, cuando el inmigrante francés Samuel Humberto Levi adquirió la estancia “La María”, en el partido de Castelli. Tras un fallido intento con la siembra de ajo, apostó por la producción frutal, importando árboles e injertos desde California y Australia. Fue entonces cuando el terreno de 600 hectáreas se transformó en un inmenso frutal multiespecie, con variedades de duraznos, peras, damascos, cítricos y, sobre todo, manzanas.
Para fines de la década del ‘20, el éxito fue rotundo: las manzanas de La California competían directamente con las de Río Negro, y se estima que en temporada alta salían hasta 60.000 toneladas diarias desde el puerto de Buenos Aires. A eso se sumaban otras 600 hectáreas adicionales y hasta 900 trabajadores estacionales, convirtiendo a Castelli en un polo productivo y generador de empleo en los años ‘40 y ‘50.
La construcción de un sueño: tecnología y lujo en el campo

Con la bonanza económica, Levi levantó un palacio rural de estilo ecléctico, con campanario, laguna artificial y un mirador giratorio, diseñado sobre una plataforma similar a las que rotaban locomotoras, para seguir el recorrido del sol. Sin embargo, el ingenioso mecanismo solo funcionó una vez: el peso de la estructura impidió su rotación.
El lugar era un símbolo de modernidad y ambición para la época. Las frutas no comercializadas se usaban para fabricar dulces y sidra, y los álamos del predio abastecían de madera los cajones que transportaban la producción. En esta etapa nacieron marcas como “La California Argentina” y “María Guerrero”, la última en homenaje a la primera dueña del predio.
Decadencia y olvido
La muerte de Levi en 1940 marcó el inicio de la decadencia. Su esposa Celina mantuvo la producción hasta 1946, cuando la estancia fue vendida a los hermanos Jesús y Pedro Moreno. Ellos impulsaron nuevas variedades de manzana —algunas de más de un kilo— y desarrollaron la planta de sidra con 30 cubas de 10.000 litros.

Sin embargo, las inundaciones de 1950 y 1955 devastaron la producción. La sidrera quedó inoperable, gran parte del monte frutal se pudrió y, tras años de crisis, los Moreno se declararon en quiebra en 1964. Desde entonces, La California quedó a la deriva, envuelta en relatos locales que mezclan historia, nostalgia y leyenda.
La recuperación de un símbolo
Décadas después, la comunidad de Castelli no ha olvidado lo que significó La California. En 2014, se presentó un proyecto de ley en el Senado para declararla patrimonio histórico nacional, aunque nunca se trató. Ahora, con la reciente compra por parte del Municipio, se abre una nueva etapa para rescatar el casco abandonado, devolverle vida al predio y convertirlo en un espacio cultural y educativo.
“Queremos que todos puedan conocer de cerca lo que alguna vez fue una joya productiva de nuestro país, el corazón del manzanar más grande de América”, señalaron desde la comuna. La adquisición no solo apunta a recuperar un edificio imponente, sino también a honrar una parte esencial de la identidad castellense.